Me vienen a la mente Festimad, Klubbers Day, Summercase, y tantos otros. Epocas pasadas en las que la ciudad de Madrid solía aparecer en primera plana de aquellos rankings que te mostraban los mejor de lo mejor en cuanto a festivales. Bueno, no, en esa el ranking como herramienta de publicidad no se llevaba. La tragedia del Madrid Arena cambió el panorama y las grandes citas desaparecieron de la agenda del festivalero propio y extraño y, hasta la irrupción de Live Nation y sus 2 apuestas por el rock, el indie y la electrónica como son Mad Cool y Download, ese mismo espécimen solía mirar con, entre recelo y envidia, al eterno rival: Barcelona, con su Primavera Sound y Sonar a la cabeza. y lo que es peor, incluso se atrevía a coger un AVE, un hotel y plantarse en tierras catalanas.
En 2016, Mad Cool irrumpió con cierto aire tímido, monto césped artificial y una noria y se lanzó a la trinchera donde yacen los festivales que fracasan y brillan los que triunfan. Con los errores de un novato y la polémica sobrevolando, logra meter en su primera edición unas 34.000 personas por día para un total de 102.647 (Con todas las comillas al baile de cifras que se suelen traer entre manos los organizadores de festivales para salir los primeros en la foto), atrayendo público del que da pasta a una ciudad, esto es, extranjeros y visitantes. Nada mal para su primera edición.
2017 será quizás la apuesta más accidentada para el joven casi debutante. No hay festival en Madrid sin problemas, y, Pedro Aunión, se precipitaba al vacío desde una altura de 20 metros, a pocos minutos de la aparición en escena del grupo más esperado de la jornada: Green Day. La mierda no tardó en salir a flote, y al coro de twitteros deseando la muerte a todo aquel que osó quedarse de bailoteo, se sumaron aquellos que denunciaban las penosas condiciones de los trabajadores. Pese a todo, mantiene su cifra de asistentes y regala momentos para el recuerdo.
Es este año, 2017, cuando la apuesta es más clara. Vale que Mad Cool no se salga del nuevo modelo de carteles: Grandes nombres en primera linea y un pastiche de estilos que mezcla el folk con el techno y el indie con el punk. Con esto te aseguras el llenazo y atraes a la manada de influencers más preocupados por su outfit que por el disfrute. El Mad Cool ya se ha convertido en un parque de atracciones, las marcas campan a sus anchas y Live Nation ha venido a quedarse con la mayor parte del pastel. En la guerra musical que libran contra su archirrival, el BBK, este año si parece que empiezan a comerle la tostada con 2 de los cabezas de cartel, más golosos del año: Nine Inch Nails y Queens Of The Stone Age. Comparten fecha y estilo. Comparte fecha y estilo también con Primavera Sound, aunque quitarle el reinado parece que necesita algo más que un estrambótico avance del «line up» o un cambio de recinto prometiendo escenarios a tutiplen.
La conclusión, llegados a este punto, es que Madrid vuelve a estar en el mapa, y no seré yo el que ensalce el monopolio al que nos quiere llevar Live Nation con su maquinaria económica. Pero al cesar, siempre, lo que es del cesar y han conseguido darle la vuelta a una tortilla que se antojaba inmanejable. El personal ya se lo piensa dos o tres veces y valora incluir Madrid como su destino de festivales favorito, y a los que disfrutamos con ello nos encanta ver a Madrid de nuevo en las portadas.