Cuando hablamos de BIME, quizás es hablar de la versión otoñal del casi homónimo BBK, celebrado a escasos kilómetros. Homónimo porque es organizado por la misma promotora y otoñal porque se celebra al abrigo de las inclemencias meteorológicas, más concretamente en el imponente BEC! de Barakaldo. Llama más la atención si cabe cuando en su primer avance de cartel nos presenta el retorno a la península del esquivo Aphex Twin, la premiere del nuevo directo de Jon Hopkins, el retorno tras el accidentado Mad Cool de Slowdive o la presencia de Fever Ray (Cancelado meses después). No obstante escarbar en el eclético line-up de este festival se antoja delicioso y, para el menos erudito en cuestiones musicales como es servidor, se convierte en todo un ejercicio de descubrimiento y exploración.
La llegada al BEC resulta cómoda, es lo que tiene tener acceso en transporte público hasta la puerta misma del recinto. La pulsera se recoge con habilidad y sólo tenemos que lamentar una larga cola, obvia, en el servicio de guardarropía (2€ por prenda por si gustas pasarte el año que viene). La logística dá el tiempo justo para ver los últimos coletazos de la triste actuación de un solitario John Maus que compareció a puerta gayola en uno de los 2 escenarios principales, ubicados en una de las imponentes salas del recinto ferial compartiendo espacio con foodtrucks y demás chiringuitos dedicados a la promoción. Alternamos con Damien Jurado en el escenario Antzerkia, dedicado a conciertos de corte íntimo, en una sala aledaña coronada por gradas (Compartiendo espacio con Goxo, el escenario dedicado a las últimas tendencias musicales y que por desgracia no pisamos en todo el fin de semana).
El primer plato fuerte del día sería el retorno a España de Slowdive tras su accidentado paso en 2017 por Madcool (Fueron los únicos que cancelaron su actuación tras el accidente de Pedro Aunión). Nos perdemos gran parte del concierto por culpa de esos improvisados corrillos que siempre se tienen con los diversos conocidos que vas encontrando a cada paso, pero merece la pena escuchar en directo su excelso Sugar for Pills que viene a ser el temazo de su disco, reeditado en 2017, Slowdive.
Tras ello toca coger sitio en tercera fila para el directo de Editors. No guardaba buen recuerdo tras un soporífero paso por Low Festival hace unos años. No obstante la promesa de un set con aire más punk y electrónico (La presencia de sintetizadores causa buena impresión) me hace darles una oportunidad. No puedo evitar pensar que mi sitio en tercera fila podría ser ocupado por algún fan del grupo, pero esto va de ecosistemas y vivir un concierto de estas características y inmiscuirse en ese ecosistema da como resultado el asistir a una experiencia fuera de lo común. Durante los más de 90 minutos de concierto todo ese sector del recinto se comportó con un único fluir; embelesados por la voz de Tom Smith y el carisma de Russell Leetch. Cualquier elemento ajeno a ese ecosistema era expulsado con la misma facilidad con la que había entrado. Fue pura magia.
La siguiente parada era quizá la más esperada, no solo del día, si no del fin de semana. cabeza de cartel absoluto y rey de reyes de la electrónica contemporánea, Richard James o Aphex Twin comparecía en torno a beats urbanos tras un montaje audiovisual al alcance de muy pocos. El espectaculo de luces, estroboscópicos y visuales le dan al show una imponencia vital. La música acompaña al show: Breaks, drum & bass, un extenso tramo jungle, ruido, hardcore, etc. Una paleta sonora mezclada con precisión cirujana, escupida en las mentes del asistente con la actitud de quien escupe a un enemigo. Aphex es único para eso, un artista total si entendemos el arte cómo aquello que deja huella en nuestro cerebro. Los 4 minutos de cierre sonaron como un tortazo a mano abierta. nadie fue el mismo en todo el recinto, ni siquiera yo. Ni siquiera Daniel Avery logró sacarnos de la anestesia neuronal a la que nos había sometido el de Cornualles.
Descansados y previa degustación de algunos pinchos nos personamos en la maratoniana jornada de Sabado en Barakaldo. El motivo del madrugón es descubrir el directo de una de las bandas descubiertas en el repaso previo del cartel:Rolling Coaster Blackout Fever.
La banda australiana se presentaron ante no poco público, con un show compacto y recio, en perfecta sincronía. La mitad del directo se fue en la cola del ropero, pero la segunda mitad del mismo dejó buen sabor de boca y ganas de más. Mis deseos es que la próxima vez tengan un horario más relevante; se lo merecen.
Entrar a primera hora me ha dado la oportunidad de descubrir lo eclético del cartel de esta edición del BIME, descubrimientos aparte. Unknown Mortal Orchestra comenzaron arrasando, vocalista corriendo entre el público en su primer tema pero se fueron desinflando a medida que avanzaba el directo. Sun Kil Moon se presentó en formato intimo flanqueado por un piano y más tarde, en el mismo recinto Ionnalee se presentó cual ángel celestial y ataviada en túnicas blancas iluminadas con tiras LED facturó una media hora deliciosa a caballo entre la electrónica, el pop azucarado y el R&B suculento dando lugar a una de las sorpresas del día.
A partir de aquí la cuestión se comenzaba a dirimir entre grandes espadas. MGMT luchaba contra sus demonios. Es esclavo de sus hits y eso lastra la propuesta ya que tienes al personal pendiente de eso mismo. Se quedó en un un «ni fu ni fa», un directo que no pasará a los anales de la historia ni por bueno ni por malo, y ese es el mayor desprecio que se le puede hacer al arte. Una pena perdernos a José Gonzalez que según nos contaron fue apoteósico: Con una guitarra llena un escenario al parecer.
Cambio de tercio absoluto. Era el momento de conocer sin cortapisas la zona electrónica: Gaua (noche en euskera). Mumdance era la excusa perfecta y el escenario el idóneo. No es una sorpresa que la gente de LTI cuida este tipo de escenarios como el que cuida de un hijo (Basoa es otro ejemplo perfecto). Un sonido a la altura y un montaje que supera expectativas: Humo, flashes y estroboscopios son el escenario perfecto. Mumdance lo sabe y se mueve con soltura entre el techno aguerrido y las reminiscencias rave tan propias del inglés que se mueve en ese terreno a las mil maravillas. 1 hora y poco que supo a gloria bendita y que tuvimos que abandonar con cierto recelo, pero era el momento de otro de los platos fuertes del festival.
Si el día anterior Aphex Twin había socavado los cerebros de los asistentes no se quedó a la zaga Jon Hopkins. Su show se mueve en parámetros contrapuestos, una música más melódica hilvanada con maestría y un espectáculo visual que hizo del directo un viaje espacial en toda regla. Jon Hopkins presentaba su último trabajo «Singularity» y no en vano su show comienza con los 2 pepinos del album. Suena bonito y contundente a la vez y tiene momentos de éxtasis colectivo, de bocas abiertas y atención desmesurada para irse directamente a los puestos de cabeza en cuanto a «bolazos» del BIME 2018.
Four Tet fue el encargado de cerrar la zona principal con un set que sirvió de postre perfecto tras el atracón de beats de Hopkins. Se movió con maestría en su estilo, mezclas elegantes moviéndose en terrenos casi minimal-techno en la primera parte de su extenso set. Más tirando hacía sonidos propios del mismo Kieran en la segunda parte del mismo hilvanado en forma de verdadero discurso musical. Ovación cerrada, claro que sí.
El broche final lo iba a poner la rusa de la discordia. Nina Kraviz, odiada y querida casi a partes iguales encaraba la última hora de su set con electro farragoso para ir virando hacía el techno destructivo sin concesiones, exprimiendo los vinilos y las herramientas que tenía a su alcance. Un set compacto y serio de la rusa que termino con, ya es costumbre, un zurriagazo hardtrance que puso la gota que colma a una edición del BIME que lo convierte en un «repetible» dentro del calendario festivalero. No termina la música con la puesta de sol.