No conocía yo de nada el trabajo de Maribou State hasta que un buen amigo comentó, vía Whatsapp, en plena vorágine del festival Sonar:
– ¿Oye, no nos gusta Maribou State?
Y al calor de esa pregunta decidí darle la oportunidad de guiar los pasos desde mi casa a la oficina (Y viceversa).
«Begginers Luck» es el primer corte de este «Kingdoms in Colour» editado por un subsello de, ahí es nada, Ninja Tune; Que se mueve en torno a unos parámetros ya definidos en anteriores trabajos por Simon Green, más conocido por Bonobo, aunque añadiendo elementos orquestales más cercanos a Oriente. A pesar de todo, la cadencia rítimica y las vocales presentes a lo largo de los 10 cortes nos van a acercar más de una vez al universo sonoro que Bonobo tejió en su «Migration».
«Kingdom» es quizás el corte más orientado a reventar pistas, candidato a ser remezclado por un Dixon o un Four Tet que traduzca el sabor africano y soul del track hacia terrenos más de pista, terrenos más 4×4 que puedan ser degustados por un público menos curioso. Si bien, el track es bailable y compensado de por sí. Estamos ante el pelotazo del album, aunque requiere una segunda escucha para apreciar su verdadera amplitud, y es que con Turnmills, tercer corte, tenemos el primer pull up del disco.
Siguiendo la senda del club al que homenajea (Las primeras experiencias clubbing de parte del duo fueron en este conocido club de Clerkenwell Road, muy cerca del mítico Fabric londinense), el primer sencillo del LP invita a repetir su intro armonioso y sinuosa y una transición al ritmo que evoca la entrada de un joven en uno de los oscuros clubs ingleses de principios de los 90.
A partir de este punto, con la entrada de Holly Walker a las voces, nos adentramos en los parámetros que ya habíamos comentado. Sin perder la tonalidad oriental, «Nervous Tics» eleva las mismas pulsaciones que bajará la percusión pausada de «Glassholes» y que volverá a elevar, en un sube y baja delicioso con el centelleante toque de sintetizados que culmina una espectacular transición en «Part Time Glory» dejandola botando y al pie para que Holly Walker vuelva a ponerse a los mandos del mid tempo de «Slow Hands».
«Vale» y «Kama» son los dos últimos tracks que quizás no son suficientes, salvado el primero por un regusto jungle y sensiblón pero que no libra a Kama de ser un retal metido con calzador y seguramente rescatado gracias a alguna exigencia contractual.
Kingdom in Colour es, en definitiva, un buen álbum, que quizás no viene a reinventar la rueda. Simplemente toma forma gracias a sonidos orgánicos y que, eso sí, augura una puesta en escena en directo en la que quizás luzca como merece. Eso sí, alejado de grandes espacios. Esto tiene que sonar en la intimidad.